“Acérquense a Dios, y Dios se acercara a ustedes. Lávense las manos pecadores, purifiquen su corazón; porque su corazón está dividido entre Dios y el mundo… Humíllense delante de Dios y Él los levantará con honor.” (Santiago 4:8; 10)
¿Qué nos impide acercarnos a Dios que es más fuerte que la invitación de amistad que Jesús nos hace día con día?
¿Alguna vez se ha acercado alguien y nos ha hecho la invitación de aceptar a Jesús como Salvador? O si nos alejamos de Él, ¿nos han dicho de volver? Aún como cristiano, asistimos cada domingo a cada reunión ¿Qué nos impide?
¡Cómo ponemos excusas para hacer lo que debemos de hacer, pues creemos que tenemos toda una vida y oportunidad para acercarnos a Él! Pero no es así. ¿Qué pasaría si Él nos llama HOY?¿Cuál sería nuestro destino ETERNO?
Quiero relatarte una historia: Un día, un hombre preparó un banquete y mandó muchas invitaciones, y las excusas que enviaron los invitados fueron las siguientes: “Acabo de comprar un campo y debo ir a inspeccionarlo”. Otro se excusó diciendo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y quiero ir a probarlas”. El otro dijo: “Acabo de casarme, así que no puedo ir.” (Lucas capítulo 14) ¡EXCUSAS, EXCUSAS Y MÁS EXCUSAS!
¡Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia! ¿Qué excusas ponemos nosotros cuando nos hablan de acercarnos a Dios, o nos hacen una invitación donde el tema a tratar es Dios?
“Tengo muchas cosas qué hacer”. “Gracias, pero no tengo tiempo”. “Estoy ocupado (a)”. “Tengo qué vivir la vida, estoy muy joven”. “Soy un pecador, no me puedo acercar, cuando sea santo, lo haré”. “Ahorita no. Ya cuando esté viejo (a) , entonces me acercaré”.
¿Quién nos asegura que tendremos tiempo de arrepentirnos y acercarnos?
Como cristianos, también tenemos cosas que impiden acercarnos y aceptar las invitaciones que Jesús nos hace: Áreas de nuestro carácter que no queremos entregar, pecados que no hemos dejado, fortalezas en nuestra mente que no podemos vencer. ¿Qué nos impide?
Es tiempo de acercarnos, como dice la Palabra: “…mientras pueda ser hallado, llamarle mientras que Él está cercano…” (Isaías 55:6)
Pues va a llegar el día en que no lo podremos hallar, y estará lejos. No desperdiciemos el tiempo excusándonos, no pensemos que tendremos todo el tiempo para arrepentirnos.
Ocupémonos en aceptar la invitación que nos hace Jesús para acercarnos a Él. No desperdiciemos el tiempo en cosas de este mundo que son pasajeras.
Hoy en día este mundo nos ofrece tantas distracciones, tantos entretenimientos, tanto dónde perder nuestro enfoque y tiempo; pero claro, esto depende de cada uno de nosotros, pues Él nunca nos va a obligar hacer lo que no queremos hacer.
¡Qué extraño comportamiento tenemos para algunas cosas en nuestra vida!: Cuando nos casamos, hicimos preparaciones para la boda, ¿no es cierto? Cuando es la graduación de nuestros hijos, nos preparamos. En cada evento de nuestra vida, nos preparamos. ¡Pero no pensamos en cómo prepararnos para el viaje eterno!
¿Pero qué vamos a hacer, cómo nos prepararemos para pasar nuestra vida eterna? ¿Dónde iremos cuando muramos? Pensamos que no habrá facturas qué pagar al final.
Y esta meditación es para que estemos alerta y por supuesto cada quien decide. Esto es una invitación a venir a los pies del Señor, a acercarnos a Su presencia, a disfrutar de Sus bendiciones y promesas y un día la vida eterna con Él.
¡ACÉRCATE A ÉL, ACEPTA LAS INVITACIONES QUE TE HACE!
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