¡No olía a carne!

Por Staff

«Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él. Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.» (Daniel 6:1-5 RVR1960)

 

«Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.» (Daniel 6:7 RVR1960)

 

Casi todos conocemos la historia de Daniel, y todas las ocasiones en que fue probado, pero de todas salió aprobado. Pasó de rey a rey y siempre estuvo en lugares de honra de autoridad; era bien conocido de todos los reyes y pueblo. Y por supuesto que él contaba con el favor de los reyes, pero como es bien sabido, las envidias no se dejaron esperar.

 

Pero lo que aquí quisiera hacer resaltar es el hecho de que después del edicto que se promulgó, Daniel prosiguió adorando a Dios sin miramientos; sabiendo muy bien que el que adorara a otros dioses, y no al rey, iba ser lanzado al foso de los leones.

 

Lo más impresionante de todo es que él fue lanzado ahí, con los leones y mi pregunta es ¿Por qué no fue devorado ahí mismo, en segundos? “Porque él no olía a carne”. 

 

Mira lo que está haciendo el león (el enemigo de nuestras almas: el diablo) siempre:

«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;» (1 Pedro 5:8 RVR1960)

 

¿Por qué no lo hizo con Daniel?

Al principio del capítulo seis, según las palabras de los sátrapas sobre Daniel dice esto:

“No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.”

 

¿Sabes cuándo iban a acabar con él? Nunca. No había modo, pues era un hombre temeroso de Dios. Y si alguna falta querían encontrar sería contra la Palabra de Dios, pero no lo iban a lograr. Pues el amor a Dios, por Su cuidado, Su misericordia y Su revelación, estaba como prioridad en el corazón de Daniel.

 

Por eso cuando arrojaron a Daniel en ese foso, los leones no lograron descifrar su olor, ni era apetitoso para ellos, además era vegetariano, pero eso no tenía nada que ver con devorarlo o no. 

 

Daniel estuvo en autoridad a través de varios reinos, porque era un hombre que amaba a Dios y como dijo el rey David cuando hacía los preparativos para la casa de Dios:

«Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios:» (1 Crónicas 29:3 RVR1960)

 

David, tenía su afecto en la casa de Dios; y lo mismo ocurría con Daniel. Que a pesar del edicto: “que el que orara a otros dioses iba a ser lanzado a los leones”, no fue impedimento para Daniel, pues abría su ventana, y oraba al Rey  de reyes y Señor de señores tres veces al día y todos los días.

 

Él no iba a cambiar sus convicciones por las amenazas, ni sus principios por miedo.

 

Él se sostuvo como viendo al Invisible y como en él no había dobleces o doble ánimo, los leones no olieron a carne, ni lo encontraron apetitoso porque él caminaba y se movía en el Espíritu. Como dice la Palabra:

«Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.» (Gálatas 6:8 RVR1960)

 

Nosotros, como cristianos y amados de Dios, debemos caminar de Su mano y en Su voluntad, pues verdaderamente tenemos un enemigo que anda como león rugiente buscando a quien devorar.

 

Pero no nos va a encontrar, porque nuestro caminar es en el Espíritu y no satisfaciendo los deseos de la carne; así que el “León” no nos podrá devorar porque no oleremos a carne. ¡Aleluya!

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