“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él y él hará.” (Salmos 37:7 RVR1960)
Acabo de escuchar una historia muy interesante sobre lo que sucedió en el campo de batalla. Ésta arreciaba en el campo entre americanos y japoneses. El soldado, entre el fuego, humo, gritos, todo confundido y viendo que el enemigo avanzaba hacia donde él estaba observó huecos en la montaña donde se refugió.
Empezó a orar y a pedirle a Dios que le mandara al pelotón, ayuda inmediata. De pronto comenzó a ver una araña tejiendo su magnífico telar a la entrada de su refugio. El soldado le dijo a Dios: “Acabo de pedirte un pelotón y me mandas una araña”.
Cuando el enemigo se acercó donde él se encontraba, escuchó al que estaba al frente: “Revisen cada hueco de la montaña”. El hombre palideció, pero de pronto escuchó una contra orden: “En este hueco no es necesario hacerlo; ya que si se hubiera escondido alguien aquí, hubiera roto esta telaraña”.
Yo sé que tú también te viste reflejado en la petición del soldado, ¿verdad?
Cuando nos encontramos en situaciones económicas adversas, problemas emocionales fuertes… En medio de toda esta batalla en nuestra vida, hay confusión, como la tuvo el soldado, vemos los huecos y comenzamos a decir a Dios de qué manera nos tiene qué salvar ¿No es cierto? Y comenzamos a decirle: “Tú eres poderoso, tiene qué ir primero algo de alabanza y después nuestra sugerencia: “Pon en el corazón de mi comadre que me preste el dinero”, si se trata de un problema económico, etc.
Él tiene sus propios métodos para salvarnos, tiene infinitas estrategias para sacarnos del “atolladero”¿Cuál es nuestro problema?
Primero, nosotros sugerimos según nuestra mente finita y según lo que conocemos y que no nos ha dado resultado, sino que nos hunde más. Lo hacemos a nuestra manera.
Segundo, debemos confiar en que Dios hará.
Tercero, esperar en Dios, es esencial. Confía en Él y Él lo hará, en Su tiempo, y a Su manera.
Cuando veamos que no hay salida y que nuestro enemigo se acerca, confiemos en Dios quien mandará nuestra araña para tejer su preciosa tela y librarnos de toda maldad.
El milagro de Dios es a Su manera, y es la mejor.
“En Dios mi esperanza fundo, y no hay poder en el mundo contra aquél que en Dios confía”. Ruiz de Alarcón
¡Lo mejor es a su manera!
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