“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;” (Apocalipsis 7:9 RVR1960)
“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” (Apocalipsis 19:6 RVR1960)
¿Este gran final sabes dónde comenzó? Nada más ni nada menos que en la cruz. Esa cruz que para muchos era vergüenza. Para muchos representa dolor, para otros compasión. Pero para los que creyeron Y creen en las palabras de Jesús antes de morir, significa salvación, libertad, sanidad, redención y vida eterna.
Por eso te pregunto: ¿Sabes cuál será tu final?
Al aceptar Su redención en la cruz y Su señorío recibimos una herencia:
Un lugar seguro, tu nombre escrito en el Libro de la Vida, que te asegura la entrada a tu patria celestial. No vas a necesitar pasaporte, sólo con tu nombre escrito en el Libro de la Vida basta. Tendrás una casa, porque habrá un lugar para cada creyente: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.” (Juan 14:2 RVR1960)
Si no pudiste tener un casa propia en la tierra, la tendrás en el cielo, sólo debes mandar material para la construcción, y éste se encuentra sólo haciendo la voluntad del Señor. Y el Gran Arquitecto es Él mismo. Así que, tendremos una casa de primera clase, construida por la mano de Dios. ¡Aleluya!
Pero recuerda una cosa que es de suma importancia: La condición para entrar es la obediencia: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.” (Apocalipsis 22:14 RVR1960)
Podríamos enumerar tantas cosas y plasmar todo Apocalipsis, pero te lo dejaré de tarea para que vayas saboreando tu final. Como ves, Apocalipsis habla de nuestro final y éste sí va a ser un final feliz para aquellos que decidieron lavar sus ropas con la sangre del Cordero.
“…si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojo como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías1:18 RVR1960)
¡Qué impactante será escuchar esa multitud diciendo: “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina”! ¡Y tú estarás en esa multitud! ¡Aleluya!
Él está esperando que vayas a la cruz, limpies tu ropa para que conozcas tu final. ¡Porque tu final comienza en la cruz!
ORACIÓN DE FE:
Hoy abro mi corazón para que vengas a mi vida, creo que tú fuiste por mí y mis pecados a la cruz. Creo que tú resucitaste y me das una nueva identidad y vida eterna. Hoy declaro que tú eres mi Señor y Salvador. Gracias por mi salvación que cuidaré con temor y temblor. Amén.
“TU FINAL COMIENZA EN LA CRUZ”
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