¿Hacia dónde?

Por Staff

«Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.» (S. Lucas 24:13 RVR1960)

 

«E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.» (S. Lucas 24:14-20 RVR1960)

 

«Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?» (S. Lucas 24:32 RVR1960)

 

Quisiera que nos ubicáramos geográficamente en el lugar, para poder explicar, y que podamos entender un poco lo que pasaba en esos momentos.

 

Definición. El significado bíblico de Emaús es el de un lugar geográfico, un pueblo o aldea del que actualmente no se sabe con exactitud su localización. De acuerdo a las diferentes versiones de la Biblia en que se lo busque y bien, de acuerdo a los tiempos históricos en que se lo nombre, su disposición geográfica varía entre aproximadamente los 11 y los 30 km hacia diferentes puntos cardinales. Asimismo, el lugar que más se reconoce como aquel sobre el que pudo estar ubicado Emaús, es la actual localidad de Amwás, a 29 km al noroeste de Jerusalén.

 

Algo interesante en la disposición geográfica de EMAÚS es que se ubicaba hacia diferentes puntos cardinales.Y en algo que me hizo pensar es: Estos hombres charlaban de lo que había pasado con Jesús y su muerte en la cruz, quizá estaban decepcionados, pues ellos estaban esperando al salvador que los liberará del opresión. Pero cuál fue su sorpresa: ¡Su crucifixión!

 

Y algo también muy interesante es que se alejaron después de tal suceso, dejaron atrás ese lugar donde su salvador murió y sus sueños de ser liberados feneció.

¿Cuántas veces hemos caminado nosotros “EL CAMINO A EMAÚS”?

Nos alejamos de aquel lugar donde nos recuerda cosas amargas, cosas tristes, etc. tomamos esa dirección para dejar atrás todo, pero sin ser sanados, sin olvidar a personas que nos hicieron daño, un matrimonio destruido, violencia en la familia, etc.

 

Nosotros también tomamos, como esos hombres tomaron el “CAMINO A EMAÚS”, en donde encontraron muchas desviaciones, y sin saber cuál camino tomar.

 

Cuando estamos en una situación difícil nos es imposible pensar bien ¿no es cierto? Pues cuando ellos platicaban entre ellos, no reconocieron a quien caminaba con ellos, ni quien se acercó a ellos: JESÚS.

 

Y lo mismo nos sucede a nosotros, en medio de la adversidad, nos alejamos, no escuchamos, no sabemos qué camino tomar, no reconocemos la voz de Dios; sólo tomamos “EL CAMINO A EMAÚS”.

 

A ellos les tomó unos largos kilómetros reconocer quién caminaba a su lado; fue entonces cuando dijeron:

«Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?» (S. Lucas 24:32 RVR1960)

¿Por qué ? Cuando hay adversidad en tu vida te pasas pensando sólo en ella, y no percibimos que Él puede tomarnos de la mano y dar la salida.

Y podemos decir, en medio de esa situación difícil ¿”no ardía mi corazón al abrir las escrituras”?

Pero la verdad es que en esa situación sólo escuchamos nuestra pena, dolor, nuestra necesidad y preocupación. Y no reconocemos que Él va con nosotros, que Él toma el mismo camino, pero para guiarnos  y señalar el camino correcto:

«Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.» (S. Lucas 24:35 RVR1960)

 

Que en momentos de dificultad, no tomemos la dirección equivocada, no nos enfoquemos en nuestro dolor, que podamos reconocer a tiempo, que el que partió el pan con nosotros, el que caminó rumbo a EMAÚS, era JESÚS.

 

«Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.» (Proverbios 3:6 RVR1960)

 

Reconoce a Dios en todo tiempo, no sólo cuando parta el pan (cuando te conteste como tú quieres) sino en esa desviación que te hace dudar, pero que al tomarte de Su mano, te guía hacia la salida.

 

¡”NO TOMES EL CAMINO A EMAÚS”!

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