“Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios; …” (Deuteronomio 1:26 RVR1960)
Hay momentos en nuestra vida en que el Señor está ahí para hacer cambios y promete estar con nosotros en todo este proceso.
Justo esto pasaba con el pueblo de Israel:
“Jehová nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en este monte. Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río Éufrates. Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia después de ellos.” (Deuteronomio 1:6-8 RVR1960)
¿Pero qué pasó con este pueblo?
Sabiendo que Dios les había hablado para que poseyesen la tierra que les había prometido, ellos no subieron a la conquista:
“Entonces os dije: Habéis llegado al monte del amorreo, el cual Jehová nuestro Dios nos da. Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. Y vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar.” (Deuteronomio 1:20-22 RVR1960)
Y decidieron enviar a unos varones a reconocer la tierra y después de narrar lo que ahí había tuvieron temor:
“Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios; y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos. ¿A dónde subiremos? Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, diciendo: Este pueblo es mayor y más alto que nosotros, las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de Anac.” (Deuteronomio 1:26-28 RVR1960)
Pues justamente eso también puede pasar con nosotros. Cuando el Señor habla a nuestro corazón y nos dice de hacer cambios en nuestra vida, de cambiar actitudes, de caminar en Su palabra, de confiar en Él en todo tiempo, de perdonar, de soltar las ligaduras de opresión, de quitar toda amargura, todo enojo, todo rencor. (Y agrega lo que a ti te está pidiendo)
¿Y qué vamos a hacer?
Dios les dijo al pueblo:
“Jehová nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en este monte.” (Deuteronomio 1:6 RVR1960)
Nosotros también quizá hemos pasado mucho tiempo con el rencor, con la amargura, con la falta de perdón, con la falta de paciencia, con el enojo, con la ira, con la misma actitud año tras año.
Pero titubeamos y nos decimos “después lo haré.” Pero lo más importante es hacerlo en el momento en que Él dice que lo hagamos porque estará con nosotros. Pues es en ese momento en que derramará de Su unción para cambiar nuestra historia.
Es un tiempo Kairos, es el tiempo de Dios. Él podría decirnos: “No quisiste cambiar” en lugar de: “No quisiste subir”, como le dijo a Israel.
Cuando el Señor habla a nuestra vida y nos dice de hacer cambios, Él derrama una unción especial para darnos poder, y llevarnos a la victoria y a esa vida en abundancia a la cual hemos sido llamados.
¿Qué vas hacer? ¿Vas a subir, o te vas a quedar todavía más tiempo “en ese monte” y vas a estar quejándote de todo lo que pasa, pudiendo haber subido y ser transformado por Su poder?
¡VAMOS, SUBE Y CAMBIA TU HISTORIA PORQUE ÉL ESTARÁ CONTIGO!
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