«Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.» (Deuteronomio 4:29 RVR1960)
Un día, un caballero se encontró en una calle de una gran ciudad a un pequeño que veía a todos lados, como en busca de alguien, y al parecer estaba muy asustado.
Acercándose el caballero a él, le preguntó qué le ocurría; el niño le dijo que andaba en busca de su papá que se le había perdido.
—¿Es tu papá un señor de tales y tales señas?
—Sí, señor —respondió el niño.
—Entonces no tengas cuidado, acabo de encontrarlo en la calle próxima y también él te anda buscando; no tardarás en encontrarlo; tú lo buscas y él te busca y tendrán que hallarse.
Así Dios busca al pecador, y si éste también busca a Dios, sin duda lo hallará.
Él nunca se esconde de nosotros, siempre está llamando nuestra atención para rodearnos de todas Sus bendiciones. ¿Y nosotros le buscamos?
¿Cuántas cosas tienen qué pasar para poder entender que Él desea nuestro compañerismo, nuestro tiempo, nuestra adoración, nuestra devoción?
Antes de convertirme, me ponía a pensar que era un Dios egoísta, que sólo quería que se le adorara. ¡Pero qué equivocación tan grande!
Cuando tú le conoces verdaderamente, experimentas Su misericordia y Su amor infinito, como lo he experimentado. No debes dejar de adorarle.
Te pones a pensar: ¡Cómo un Dios tan grande tiene ojos para mí!
¿Deseas amarle, servirle, buscarle?
¿ESTÁS COMO ESE NIÑO BUSCANDO A SU PADRE? ¡EL PADRE TE ESTÁ BUSCANDO!
“SEGURAMENTE SE ENCONTRARÁN”
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