“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.” (Isaías 58:6-8 RVR1960)
¿Qué es ayunar? Es presentarnos delante Dios para que fortalezca nuestra vida, nuestro carácter; para tener un crecimiento espiritual; para ser dirigidos por el Espíritu Santo para las buenas obras y presentar nuestras peticiones personales que nos afectan y preocupan; es donde queremos que obre con Su poder y misericordia. En una palabra, es acercarnos más a Él y ver Su misericordia.
¿Cómo lo hacemos? Podemos abstenernos de alimentos de una forma parcial o absoluta; o de alguna actividad que acapare nuestra atención y tiempo.
¿Por qué? Porque llegamos a: ser un poco más fuertes, a aprender a controlar nuestros apetitos y demostrarnos que podemos ejercer dominio propio sobre nuestros deseos, emociones, sentimientos… Y a ver nuestra propia condición espiritual y a humillarnos ante Su presencia.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” (Gálatas 5:16-17 RVR1960)
¿Para qué? Para dirección, para vivir una vida en libertad y plena.
Y como dijo Esdras al convocar a ayuno:
“Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes.” (Esdras 8:21 RVR1960)
Ahora, hacer un ayuno no se trata sólo de dejar de comer, sino también de buscar la presencia de Dios y por qué no, Su favor.
Un ayuno es vivir una vida de justicia y para lograrlo debemos de agregar otro ingrediente que avivará su sabor: “la oración”. Si sólo dejamos de comer y no oramos, no buscamos rostro de Dios, sólo castigaremos nuestro cuerpo.
El ayuno es más que saltarse una comida. El ayuno es una herramienta espiritual, no una ley pesada que llevas a cuestas.
¿Cuál es el poder del ayuno?
Tal como lo dice la Palabra: “…para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.” (Isaías 42:7 RVR1960)
El ayuno puede provocar un cambio, el rumbo y destino de una nación; tal como pasó con Esther y el pueblo de Israel:
“Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.” (Ester 4:16 RVR1960)
Y terminaron con triunfo: “…y los judíos tuvieron luz y alegría, y gozo y honra. Y en cada provincia y en cada ciudad donde llegó el mandamiento del rey, los judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, porque el temor de los judíos había caído sobre ellos”. (Ester 8:16-17 RVR1960)
Un ayuno es más que solamente abstenernos de comer; es un tiempo donde Dios desata en nuestra propia vida ligaduras de impiedad, opresiones, enfermedades; rompe nuestros yugos y los de nuestra familia que nos aprisionan; nos despoja de nuestro propio egoísmo y hace que nos ocupemos de los demás.
En este tiempo de ayuno que se avecina disfrutémoslo y disfrutemos la presencia del Señor y busquemos mover la mano de Dios a nuestro favor y en favor de la nación.
Ejemplos tenemos para utilizar esta preciosa herramienta que Dios nos da y experimentar Su poder, gracia y misericordia, tal como lo hizo el Rey David:
“Venid, oíd todos los que teméis a Dios, Y contaré lo que ha hecho a mi alma. A él clamé con mi boca, Y fue exaltado con mi lengua. Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.” (Salmos 66:16-20 RVR1960)
Beneficios del ayuno según la Palabra:
“Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.” (Isaías 58:8-11 RVR1960)
“ENTONCES VENDRÁN TIEMPOS DE REFRIGERIO DELANTE DEL SEÑOR”
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