“Abraham vivió ciento setenta y cinco años, y murió en buena vejez, luego de una vida larga y satisfactoria. Dio su último suspiro y se reunió con sus antepasados al morir.” (Génesis 25:7-8 NTV)
En nuestro tiempo de lectura bíblica, redescubrimos tantos tesoros dentro de las Escrituras, que manifiestan la grandeza y el poder de Dios; pero sobre todo Su fidelidad en Sus promesas y Su inagotable amor.
Leyendo la vida de Abraham y de Jacob, me di cuenta que cuando Dios escoge y tiene un propósito, no importa lo que pase, Él siempre dará y lo transformará en bendición.
Creo que vamos a poder estar en sintonía ya que estamos leyendo la Biblia cada día.
¿Recuerdas cuándo Dios llamó a Abraham y le ordenó que dejara su tierra y su parentela y le prometió bendecirle?
“Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció y le dijo: Yo soy El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”. Sírveme con fidelidad y lleva una vida intachable. Yo haré un pacto contigo, por medio del cual garantizo darte una descendencia incontable.” (Génesis 17:1-2 NTV)
¿Cómo logra ser tan próspero? Y sigue hablándole: “Te haré sumamente fructífero. Tus descendientes llegarán a ser muchas naciones, ¡y de ellos surgirán reyes!” (Génesis 17:1-2, 6 NTV)
Y así lo hizo Dios en la vida de este patriarca ¿Pero sabes qué fue lo que activó toda la promesa de Dios para él y su descendencia? Su obediencia y su fe en Dios. Veamos una porción de la Biblia donde Araham le pide a su siervo que vaya y busque esposa para su hijo; pero sobre todo nos fijaremos bien en su petición, pues no deseaba que Isaac se casara con una cananea:
“¡No! —contestó Abraham—. Procura no llevar nunca a mi hijo allí. Pues el SEÑOR, Dios del cielo, quien me sacó de la casa de mi padre y de mi tierra natal, prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes. Él enviará a su ángel delante de ti y se encargará de que encuentres allí una esposa para mi hijo. Si ella no está dispuesta a regresar contigo, entonces quedarás libre de este juramento que haces conmigo; pero bajo ninguna circunstancia, llevarás a mi hijo allí.” (Génesis 24:6-8 NTV)
Abraham siguió todas las instrucciones que Dios le dio. Claro que hubo problemas. ¡Imagínate, salió rumbo a lo desconocido!
Pero recuerda que cuando Dios tiene un propósito, todo lo que ha prometido junto con tu obediencia y tu fe, Él lo transformará en bendición.
Recuerda la vida de José; recuerda la vida de Jacob, cuando su suegro Labán le quiso jugar sucio con el ganado, Dios lo bendijo abundantemente y lo ayudó cuando Labán, quiso seguir explotando su vida. Para entender muy bien lo que sucedió, te invito a que leas Génesis capítulo 30, te vas a emocionar.
Dios tiene un propósito para nuestra vida y desea que lo llevemos a cabo. Uno quizá sea para bendecir toda una nación o naciones, como lo hizo a través de la vida de José y de Jacob. No lo sabemos; pero lo que sí sabemos es, que pase lo que pase, Él lo transformará a tu favor. Si Él ya te lo dijo, lo llevará a cabo, tal como lo hizo con todos los personajes de la Biblia. Lo hará con sólo activar tu obediencia y fe en lo que Él ha prometido.
Que este año prosigamos en seguir las instrucciones del Señor, activemos la obediencia y la fe, y Él lo hará.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es nuestro mismo Dios. ¡Aleluya! Él cumplirá su propósito en mí. ¡Y lo malo lo convertirá en bendición para nosotros!
Comentarios