«…pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.» (Isaías 40:31 RVR1960)
Quizá ya conoces esta reflexión que vas a leer, pero sería bueno volver a hacerlo y aprender lo que Dios nos está hablando hoy: “El único pájaro que se atreve a picotear a un águila es el cuervo. Se sienta sobre su espalda y muerde su cuello. Sin embargo, el águila no responde, ni lucha con el cuervo; no gasta tiempo ni energía en el cuervo. Simplemente abre sus alas y comienza a elevarse más alto en los cielos. Cuanto más alto es el vuelo, más difícil es para el cuervo respirar, y luego el cuervo se cae por falta de oxígeno”.
Una reflexión verdaderamente llena de sabiduría y enseñanza.
¿Cuántas veces hemos perdido nuestro tiempo luchando con nuestras propias fuerzas y escuchando voces que nos hacen sentir ese picoteo del cuervo, como dice la reflexión? Y nos olvidamos de lo que dice la Palabra:
«No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.» (Deuteronomio 3:22 RVR1960)
Tenemos que aprender de las águilas, que cuando el enemigo viene a quitarnos la paz, a intentar que abandonemos la Palabra de Dios, a desviarnos de nuestra fe, a poner situaciones pesadas en nuestra vida, quizá no podemos deshacernos de todo eso, pero es este el momento de alzar el vuelo y hablar la Escritura hasta que el enemigo se asfixie, como sucede con las en la reflexión.
Nosotros, de igual manera, cuando el picoteo del cuervo arrecie (dardos de fuego del maligno), debemos llevarlo a la Palabra y decirle: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. “Mi Dios peleará por mí”. “Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo”. Llévalo a las alturas, de tal modo que la Palabra de Dios lo asfixie, y tú quedes liberado (a) de tal opresión.
No tenemos por qué estar perdiendo el tiempo, gastándolo en una lucha que ya la tenemos ganada por el Rey de reyes y Señor de Señores ¡Aleluya!
Sólo confesemos con nuestros labios, como dice la Escritura, creyendo, extendiendo nuestras alas de fe ante la asechanza del enemigo y sus constantes picoteos: “Los que esperan en Dios tendrán nuevas fuerzas.”
«En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?» (Salmos 56:3-4 RVR1960)
«El temor del hombre pondrá lazo; Mas el que confía en Jehová será exaltado.» (Proverbios 29:25 RVR1960)
“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (Salmos 73:25-26 RVR1960)
Entonces el enemigo se asfixiará porque no soportará que nuestra confianza esté puesta en nuestro Dios Todopoderoso.
Perdona la insistencia, pero creo que es necesario hablar la Palabra y perseverar en estar viviendo en las alturas también nosotros, de tal manera, que cuando haya voces que nos quieran ahogar, ocurra todo la contrario.
No perdamos el tiempo con los cuervos, y llevémoslos a las alturas donde ellos se asfixiarán, y nosotros recibiremos las fuerzas. ¡ALELUYA!
El enemigo se sentará a tus espaldas y te morderá el cuello. “…pero los que esperan a Dios tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas.”
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