«David preguntó a los que estaban con él: —¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?… Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.» (1 Samuel 17:26; 31-37 RVR1960)
«Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.» (1 Samuel 17:40 RVR1960)
“Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña.” (1 Samuel 17:47, 54 NVI-E)
Todos conocemos la historia de David y Goliat ¿no es cierto? Pero en esta ocasión quisiera recalcar algo importante de los versículos que mencionamos arriba: el celo de David por su Dios y su pueblo, las armas con las cuales él pelea y su promoción de pastor a guerrero y capitán de los ejércitos.
Sólo deja describir lo imponente del enemigo al cual se enfrentaba David: enemigo de casi tres metros, diestro en batalla, muy amedrentador con el pueblo de Israel, muy seguro de sí mismo por toda la armadura que portaba, ya que era su seguro de vida, según su opinión.
¿Qué lo llevó a experimentar el poder de su Dios?
CELO DE DAVID
Más que la recompensa que el rey ofrecía, que no estaba nada mal, lo que movió a David fue el atrevimiento de Goliat a desafiar “al ejército del Dios viviente”.
Era tal la pasión por su Dios, tal el celo por su pueblo que lo hizo enfrentar tal desafío, sin ver los tres metros de estatura de Goliat. Él no vio a su adversario, ni su tamaño. En cambio él vio el tamaño de su Dios que rebasaba por muchos y miles de metros de estatura y poder, mejor dicho, de incalculable poder.
LAS ARMAS UTILIZADAS
«Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.» (1 Samuel 17:40 RVR1960)
Sólo cinco piedras, pero con una fue más que suficiente, pero con todo el poder de su Creador, con lo que fue lanzada.
«Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.» (1 Samuel 17:47 RVR1960)
TOTAL DEPENDENCIA DE DIOS
¿Sabes qué fue lo que guardó David y se llevó a su tienda? Sí, las armas de Goliat, para recordar siempre que no es con espada ni con ejército, más con su Santo Espíritu, porque de JEHOVÁ es la batalla. ¡Aleluya!
LA PROMOCIÓN
La confianza y la total dependencia de David lo promovió a otro nivel, aún antes de matar a su adversario: “tu siervo era pastor de las ovejas de su padre”.«Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl.» (1 Samuel 18:5 RVR1960)
Tres cosas importantes, por mencionar sólo algunas: tengamos un celo por su presencia y por su casa. Dependamos totalmente de Él y Su poder, sabiendo que Él peleará nuestras batallas. Y cuando hayamos enfrentado el desafío, nuestra fe nos llevará más allá de lo que nos imaginamos.
¡QUE ÉL SEA TU TODO EN TODO!
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