Los disfraces del orgullo (primera parte)

Por Staff

Recuerdo una reflexión que habla del pollino que llevaba a Jesús cuando entró a Belén. Toda la gente recibiendo a Cristo con palmas y alabanzas, y el pollino diciendo: “Qué importante soy, toda la gente ovacionando, todo mundo viéndome, qué buen recibimiento me han dado”.

Pero el gusto le duró muy poco, cuando otro asno viejo le dijo: “borrico no seas tan burro, todo esto no es por ti, sino por el que traes arriba de ti”.

Así nos pasa también y creemos que es por nosotros que hay tal júbilo y momentos de gloria. Pero vamos a bajarnos de la nube y ver de qué manera se disfraza el orgullo. Antes veamos cuál es su definición.

 

El orgullo es un sentimiento de satisfacción por los logros, capacidades o méritos propios o por algo en lo que una persona se siente concernida. Sintió un gran orgullo al recibir el premio. Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que suele conllevar sentimiento de superioridad.

El orgullo es muy dañino y trae devastación a nuestra vida.

 

El orgullo es pecado

«Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.» (Proverbios 21:4 RVR1960)

No sé si te ha tocado en algún restaurante escuchar y ver a alguna persona tratando muy mal al mesero, con gritos y con gran altivez que hasta te da pena ajena ¿cierto?

El orgullo daña a las personas que tienes a tu alrededor  

 

El orgullo cierra los cielos

«Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce. Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto.» (Levítico 26:19-20 RVR1960)

En muchas ocasiones, aunque oramos, pero ignoramos que hay orgullo aún en lo que pedimos, los cielos se cierran. No hay bendición.

Dice la Palabra que Él atiende al humilde. ¡Practiquemos la humildad!

 

El orgullo endurece el corazón

«Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria.» (Daniel 5:20 RVR1960)

Hay personas con las que has tenido problemas y quieres arreglar la situación, pero por más que te acercas a ellas y aún puedes hincarte, no van a escucharte, mucho menos perdonarte.

Su corazón se ha endurecido, y esto nos duele, pero nuestro Dios puede romper un corazón de piedra ¡ALELUYA!

 

El orgullo nos aparta de Dios

«Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.» (Salmos 138:6 RVR1960)

Cuando hay orgullo en nuestro corazón, podemos acercarnos a Dios con nuestras exigencias y condiciones. Creemos que por lo que hemos logrado, nuestras posesiones y posiciones Él tiene que responder a nuestras peticiones.

La humildad acerca, el orgullo aparta

¡LO MEJOR ES PERMANECER EN HUMILDAD!

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