El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.» (Isaías 9:2 RVR1960)
No sé si te has preguntado el por qué iluminar nuestros hogares cada Navidad. Algunos son más sofisticados y lo hacen con computadora y montan un gran espectáculo.
Pero esta “gran luz” de la que habla Isaias es una luz sencilla, es una luz que vino a alumbrar la tierra; pero no sólo fue para iluminar, como lo hacen las luces que ponemos en nuestros hogares, esta “gran luz”, estaba acompañada de amor, verdad, justicia, de esperanza, de bondad, de gozo, para la humanidad.
La Iglesia, somos la luz, nosotros en este tiempo, necesitamos ser ese reflejo de la Luz Admirable, JESÚS.
Pero como Iglesia debemos de hacer una cosa primeramente: dejar que “esa gran luz”, penetre hasta el más recóndito escondrijo de nuestro ser, y alumbre el lado más oscuro (quiere decir donde no hemos permitido que entre la luz o no sabemos que los hay) que tenemos.
Permite que en este tiempo, Jesús, venga a alumbrar esos lugares oscuros en tu vida. Quizá no sepamos, vuelvo a repetir, nuestros lados ocultos, o quizá sí.
Así que, esta palabra no puede pasar desperdiciada en nuestra vida como Iglesia. Necesitamos que Jesús alumbre nuestra vida primero, para que en este tiempo nosotros a la vez, alumbremos a este mundo en tinieblas como dice su Palabra:
«Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» (S. Mateo 5:16 RVR1960)
Esta tiene un solo sentido: GLORIFICAR A DIOS.
No dejemos de desaprovechar estos momentos. Despojémonos de las tinieblas de nuestra vida para que “la gran luz” que vino a este mundo reflejada a través de nuestra vida traiga: ESPERANZA, VERDAD, JUSTICIA, GOZO Y PAZ.
“DEJA QUE TU LUZ ALUMBRE DELANTE DE LOS HOMBRES Y QUE TODA TINIEBLAS SEA DISIPADA”
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