¿En la antesala de la victoria?

Por Staff

¿Cuántas veces nos hemos cansado de orar? ¿Cuántas veces hemos desistido porque no vemos respuesta a nuestra oración?

 

Buscamos la respuesta en todas partes menos en la paciencia de Dios, pues Él dice: mil años son como un día, difícil para un ser humano; y nosotros la queremos en microondas ¿no es cierto?

 

¿Cuántas respuestas  hemos perdido por nuestra impaciencia? ¿Cuántas veces hemos buscado la respuesta en donde creemos que debe ser pero las consecuencias no se hacen esperar?: Dejamos de orar, perdemos la fe, desistimos, nos desilusionamos y dejamos la respuesta de nuestra oración en “la antesala de la victoria”. ¿Cuántas has dejado ahí?

 

¿Qué hubiera pasado con Ana, mamá del profeta Samuel, cuando ella oró:

“E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.”? (1 Samuel 1:11 RVR1960)

 

Sufrió los desprecios de la otra esposa de su marido (el tener dos esposas era meramente cultural, no era bíblico) la irritaba, enojándola y entristeciéndola porque no tenia hijos. “Ella con amargura de alma” oro y lloró abundantemente e hizo voto.

 

Por lo cual Dios escuchó su oración y contestó:

“Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.” (1 Samuel 1:20 RVR1960)

 

Samuel fue un gran profeta de Dios. ¿Qué hubiera pasado si Ana deja su oración en la antesala de la victoria?

 

¿Y qué con respecto a Elías? Elías se enfrentó a los profetas de Baal, más de cuatrocientos profetas. ¡Imagínate! Y un solo hombre, profeta de Dios.

 

“Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ese sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.” (1 Reyes 18:24 RVR1960)

 

Imagina la escena: Elías contra los cientos de profetas contrarios, ¿qué hubieras hecho tú? No la tenía fácil de la manera que él ofreció el holocausto, pero confiaba en Dios (1 de Reyes 18:33-35) y Dios le respondió:

“Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.” (1 Reyes 18:36-38 RVR1960)

 

¿Qué hubiera pasado si Elías deja su oración en la antesala de la victoria?

 

¿Y qué podemos decir de Ezequías, cuando se encontró con su enemigo Senaquerib; y llegaron a él tantos argumentos que lo harían caer y desanimarse:

“Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.” (2 Reyes 19:10 RVR1960)

 

¿Cuál hubiera sido tu reacción ante todos estos argumentos destructivos que podrían apagar la fe?

 

“Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, solo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.” (2 Reyes 19:15-16 RVR1960)

 

“Porque yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, y volvió a Nínive, donde se quedó.” (2 Reyes 19:34-36 RVR1960)

 

¿Qué hubiera pasado si Ezquías deja su oración en la antesala de la victoria?

 

He dado varios ejemplos de aquellos que no se dejaron amedrentar por argumentos, por situaciones adversas, por lo que veían sus ojos o sentían sus cuerpos. Ellos a pesar de sus adversidades siguieron, creyeron, perseverando en la oración.

 

No se dejaron amedrentar ante tales circunstancias, a pesar de las luchas, no se dieron por vencidos, no dejaron su oración en la antesala de la victoria. ¡ELLOS LA OBTUVIERON!

 

¡Ahora te toca a ti! No permitas que nada te detenga, que ningún argumento te amedrente y dejes en la antesala de la victoria tu oración, sigue adelante y la obtendrás.

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