«Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz. Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.» (S. Lucas 8:16-17 RVR1960)
«Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará.» (S. Lucas 8:18 RVR1960)
¿Se puede ver lo que se oye? Sí, ¿qué hacemos con lo que oímos?
Después de relatar la parábola del Sembrador y mostrar mediante ésta que la semilla que se siembra es la Palabra de Dios, podemos ver cuántas verdades hay en ella. Veamos:
«Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.» (S. Mateo 13:19-23 RVR1960)
¿Te das cuenta de qué manera escuchó cada uno la Palabra y qué consecuencias tuvieron? ¡MIRA CÓMO OYES!
Es nuestra responsabilidad cómo escuchamos.
En los años que pasados, si vinimos a un servicio los cuatro domingos de cada mes, tendríamos 48 predicaciones escuchadas en total por año. Y si venimos a más de una reunión, serían el doble o más.
Pero, ¿cómo escuchamos?
Predicando Jesús en Jerusalén, los fariseos mandaron alguaciles para prenderle: «Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? (S. Juan 7:45-48 RVR1960)
¿Cómo estaban escuchando los fariseos? ¿Por qué hablaron de engaño e incitaron prenderle?
Escuchaban con religiosidad, con envidia, con furia; y mira lo que ocurrió: ¡INCITARON PARA CRUCIFICARLO!
Y otros tantos escucharon con incredulidad: «Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.» (S. Mateo 13:58 RVR1960)
Jesús sanó al soldado de un centurión sin estar presente, sólo con la fe del oficial romano. (Mateo8:5-10)
¿Cómo escuchó el centurión para que ocurriera eso? Con responsabilidad y fe ¡Y VIO EL MILAGRO!
Cada vez que escuches la Palabra de Dios hazlo con RESPONSABILIDAD Y FE, Y VERÁS TU MILAGRO TAMBIÉN.
¡MIRAD, PUES, CÓMO OÍS!
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