¿Cuánta es nuestra sed?

Por Staff

«Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas, Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el santuario.» «Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán.» (Salmos 63:1-3 RVR1960)

 

Sabes que el rey David pasó por tantos desiertos, y a ciencia cierta, no se sabe en cuál desierto estaba: la situación de su hijo Absalón, o lo de Saúl, la persecución. No se sabe, pero, lo más importante es la sed de rey por Dios; lo que me impresiona es que estaba pasando por situaciones de peligro, pero incluso en esta situación decide alabar y creer.

 

“Dios mío… de madrugada te buscaré mi alma tiene sed”, habla de un hombre que anhela y quiere saciar su ser sólo en la presencia del Señor, aunque la tierra sea removida.

 

Él hace alusión a “la madrugada”, pero no importa la hora, aquí lo más importante es su sed y deseo por Dios ¡Cuánta verdad encierra este Salmo! Y lo que es aún más impresionante, dice el Salmo: “en tierra seca y árida donde no hay aguas”. 

 

Ahí cuando no hay respuestas, ahí cuando te sientes solo, ahí cuando no sabes qué camino tomar, ahí cuando los doctores te dan un diagnóstico y los amigos te fallan también, ahí cuando todo lo ves obscuro y necesitas ver la luz. AHÍ  en la sequedad él dice: “MI CARNE TE ANHELA”.

 

Fuerte, muy fuerte declaración, pues David, no era un creyente del montón, ni carnal, sabe quién es su Dios, ha tenido encuentros con Él.

¿Y qué decimos y hacemos nosotros cuando pasamos por el valle del dolor y sin respuestas?

“Ya no voy a ir a la iglesia”, “Ya no voy a orar”, “Dios no me escucha”, etc.

 

Pero aquí, en el valle del dolor, tenía sed, su carne anhelaba a su Dios, aunque no veía claro, aunque no obtenía respuestas. Él decidió gozarse en el poder del Señor pues sabía que su Dios iba a responder: “PARA VER TU PODER Y TU GLORIA”.

 

David hizo suyo a Dios, David deseaba Su presencia a toda hora; su alma, donde está el huracán de las emociones, estaba sedienta de Él. Su carne lo anhelaba, cuando la nuestra, está buscando auxilio bien lejos de Él.

 

Spurgon, el príncipe de los predicadores (1834-1892) comentó que una autoridad eclesiástica había declarado: “que entre los primitivos cristianos fue decretado y ordenado que ningún día debía de pasar sin que se cantara de manera pública este salmo”.

 

Tenía razón, pues las verdades que declara David en él, nos alientan a creer más en el Señor declarando todo nuestro amor y fe en aquél que es poderoso y que hará mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos.

Toma tu Biblia y declara este Salmo 63 para tu situación cada día.

¿CUÁNTA SED TENEMOS?

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