“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13 RVR1960)
Una vez le preguntaron a un hombre:
“¿Qué ganas orando regularmente con Dios? Él respondió: Nada, pero déjame decirte lo que he perdido: la ira, el ego, la avaricia, la depresión, la inseguridad, y el miedo a la muerte.”
A veces la respuesta a nuestras oraciones no está en la ganancia sino en la pérdida.
Y así es cuando hablamos con Dios, nos hace perder lo peor de nosotros cuando nos acercamos y confiamos en Él, cuando dejamos nuestro ser en Sus manos, porque Su amor nos constriñe, como dice Pablo:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2 Corintios 5:14-15 RVR1960)
Y cuando hablamos con Él y pensamos en ese amor que lo llevó a la cruz para darnos vida, y vida en abundancia, no nos queda otra cosa (y no por obligación, sino con voluntad y gozo) más que rendirnos a Él.
Y en esta entrega es cuando nos llena de Su gozo y paz, y abunda la esperanza en nuestra vida, solamente por el poder de Su Espíritu Santo.
¡Cuántas bendiciones tenemos cuando nos acercamos, hablamos, creemos y depositamos todo nuestro ser en Su presencia!
Como dice un canto: “Al acercarme a ti, calmas mi alma…” “Esa alma que se asemeja a un caballo salvaje y sin rumbo”; pero cuando se acerca, habla con Él, la transforma en una alma quieta, llena de gozo y paz, y de abundante esperanza.
Esas son las recompensas cuando nos acercamos, hablamos y creemos en lo que Él ha dicho hará por nosotros por su infinito amor.
¡Cuando creemos en Él y hablamos con Él la ganancia está en la pérdida! ¡Aleluya!
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