«Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.» (S. Lucas 1:46-47 RVR1960)
¡Este devocional es muy especial, no lo dejes ignorado, pues lo que hay dentro, podrá llevarte a otro nivel de adoración, si tú lo decides!
Antes de continuar déjame compartirte un pensamiento importante, Harvy F. Ammerman escribe: “Aquello que adoramos, determina lo que llegamos a ser. Si adoramos las posesiones materiales, tendemos a volvernos más materialistas. Si adoramos a nuestro Yo, nos convertimos en personas aún más egoístas. Por eso Cristo continuamente trataba de dirigir la adoración del hombre”.
El venir al templo los domingos y adorar, no es sólo abrir nuestros labios y que salgan palabras bíblicas o bonitas. ¡NO!
El venir y adorarle es más que palabras, ¡ES VIDA!
¿Cómo pudo decir esto María? ¿De dónde salieron estas palabras: “Engrandece mi alma al Señor”? ¿Cómo lo podemos engrandecer más?
De un espíritu agradecido que reconoce quién es Dios y Su Salvador y quiénes somos nosotros.
«Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; Y su grandeza es inescrutable.» (Salmos 145:3 RVR1960)
Suprema(o) dicho de una cosa que está más alta y en lugar preeminente respecto de otra.
Y aquí es cuando debemos preguntarnos: ¿Lo hago yo? ¿Le doy el lugar que se merece al entonar con mis labios alabanzas, o estoy cantando pero pensando en todo lo que tengo por hacer?
¿Cuál es el punto importante en la ALABANZA y adoración ? Engrandecer al Señor con todos sus santos.
Y sobre todo tener la actitud de que al adorar a Dios nos cambiará a nosotros. Dice un canto: “La alabanza a Dios cambia las cosas”.
¿Cómo lo he hecho en todo este tiempo? ¿Lo he hecho continuamente, le he ofrecido mi sacrificio de alabanza, alabo hacia adentro o hacia afuera?
Déjame decirte los beneficios que tendremos al alabarle y adorarle con todo nuestro corazón y darle una suprema alabanza:
“Podremos percibir Su presencia”
“Seremos sensibles a nuestro pecado y nos guiará”
“Seremos liberados del mal”
“Experimentaremos y comprenderemos el poder de Dios”
“Nos volveremos más sensibles a Su voz”
“Tendremos una perspectiva diferente, eterna, sobre la vida”
“Cambiará la manera de ver las cosas. Comenzaremos a verlas como Dios las ve”
“Responderemos y pediremos a Dios que cambie nuestra vida”
Y te pregunto ¿Quién o qué es el objeto de tu adoración? ¿Qué o a quién determinas llegar a convertirte?
Haz lo que hizo María: ¡Engrandece a Dios en tu vida y tu espíritu se regocije en el Dios de tu salvación!
«Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; Y su grandeza es inescrutable.» (Salmos 145:3 RVR1960)
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