Aquí me quedaré hasta que regreses

Por Staff

“No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda. Él respondió: Aquí me quedaré  hasta que regreses.” (Jueces 6:18)

 

Este es un diálogo entre Gedeón y el ángel del Señor, cuando el pueblo israelita era acosados por los madianitas; y a causa de esta desgracia, robo y todo lo que estaban viviendo clamaron al Señor y les envió un profeta (Gedeón), el cual le dijo que iba a rescatar al pueblo.

 

El ángel del Señor le dice que él (Gedeón) destruiría a los madianitas, sus enemigos. Eran tan numerosos que parecían langostas, que cuando Israel cosechaba, ellos llegaban, arrasaban con su ganado, grano… de tal manera, que los dejaban sin alimento.

 

Pero Gedeón los iba a destruir como si fueran un solo hombre. Al oír todo esto, Gedeón le pide señales al ángel, pero al mismo tiempo, le pide que no se marche, pues le va a ofrecer una ofrenda por tan grande favor; a lo que el Señor responde que esperará hasta que regrese.

 

¿Por qué le dice el Señor: “Aquí me quedaré hasta que regreses”? ¿Sabes?

 

Dios está deseoso de que respondamos con confianza, con actitud de victoria. Pero algo que hizo Gedeón fue ofrecerle una ofrenda antes del triunfo, antes de enfrentarse con el enemigo. Él contaba con una actitud de vencedor y con fe corrió a preparar su ofrenda.

 

Esta ofrenda no es como la que le ofrecemos el día de hoy: cantar alabanzas, levantar las manos… ¡No!

 

Gedeón tuvo que ir a escoger primeramente el cabrito. Déjame mostrarte todo lo que implicó su ofrenda: “fue de prisa a su casa, asó el cabrito y horneó pan sin levadura con una medida de harina. Luego llevó la carne en una canasta Y el caldo en una olla.” (Jueces 6:20)

 

Me gustaría que leyeras el resto, para que te des cuenta que hizo todavía más de lo que está escrito, pues no prendió la estufa, ¿verdad? Además tuvo que ir a buscar leña, cocinar, etc.

 

Invirtió tiempo y esfuerzo. Me pregunto: ¿Cuánto tiempo se llevaría todo esto? ¿Cuánto tiempo esperó el Señor? Él sabía que llegaría. Dice la Palabra que Gedeón construyó un altar y lo llamó “el Señor es paz”; y así se llama hasta el día de hoy.

 

Y nosotros, ¿cuánto tiempo dejaremos esperando al Señor para ofrecerle lo mejor de nosotros, para darle nuestra mejor adoración, nuestro tiempo, esfuerzo… de tal manera que Él nos pueda decir: “Aquí me quedaré hasta que regreses”? 

 

No lo hagamos esperar, alabémosle aún antes de recibir la respuesta, en la adversidad… en todo momento. Construyamos nuestro altar de paz en medio de nuestra angustia, porque seguramente nos dirá: “Aquí me quedaré hasta que regreses”.

 

Él siempre está aguardando a que le ofrezcamos alabanza de todo nuestro corazón.

 

“Construyamos altar de alabanza y no lo hagamos esperar, porque seguramente Él nos está aguardando”

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