¡A puerta cerrada!

Por Staff

«Que los cerrojos de tus puertas sean de hierro y de bronce, que vivas protegido todos los días de tu vida».» (Deuteronomio 33:25 NTV)

 

«Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.» (Isaías 26:20-21 RVR1960)

 

Hoy en día necesitamos mucha seguridad; en nuestra casa, nuestro negocio, nuestro carro, etc. ¿Pero, qué pasa con la  seguridad de nuestra propia alma? ¿Qué tipo de candados y seguridad usamos? ¿Sí hay que poner nuevos cerrojos, sí hay que cerrar más puertas?

 

Dice la Palabra:

«No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.» (Mateo 6:19-21 NTV)

 

Hay ladrones que roban nuestros tesoros aquí en la tierra, ¿pero qué decir de aquel que puede robar nuestra alma? ¿Qué cerrojos poner?

¿Qué es lo que más anhelamos guardar en seguro? Podemos almacenar muchas cosas de valor y cerrar nuestras puertas con alarmas, candados reforzados, etc.Pero al que tenemos que cerrar y no dejar ninguna opción de apertura será al diablo. Dice la Palabra: «¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.» (1 Pedro 5:8 NTV)

Es tiempo de cerrar puertas, es tiempo de entrar en nuestros aposentos y reforzar nuestros cerrojos.

¿Qué puertas cerrar? Enojo, chisme, murmuración, maledicencia, malos pensamientos, malos deseos, pornografía, amargura, gritería… toda malicia.

 

Creemos que sólo los pecados sexuales son los de peso ¡Pero, qué de la gritería que te puede llevar a destruir con tus palabras una vida; qué de la murmuración que termina con la reputación de una persona, sea justa o no, no podemos ser jueces!

¡Qué de los malos deseos que carcomen nuestra alma, y las malas palabras que de por sí, llevan el veneno mortal para cualquiera y mata!

El león ruge cuando huele carne, cierra la puerta tras de ti, no dejes nada abierto, porque seguramente buscará y encontrará para hallar carne.

«Deja que el malo siga en su maldad, y que el impuro siga en su impureza; pero que el bueno siga haciendo el bien, y que el santo siga santificándose.» (Apocalipsis 22:11 DHH94I)

 

«Busquen al SEÑOR mientras puedan encontrarlo; llámenlo ahora, mientras está cerca. Que los malvados cambien sus caminos y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal. Que se vuelvan al SEÑOR, para que les tenga misericordia. Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.» (Isaías 55:6-7 NTV)

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