El Dios de…

Por Staff

“…Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob…” (Éxodo 3:6).

 

¡Cuánto me he gozado al leer este versículo en la Biblia porque nos hace confiar en Él, nos acerca  más, nos hace sentir que como estuvo con ellos también estará con nosotros!

 

Quisiera poder transmitirte la sensación que produjo en mí al leer esta porción de las Escrituras. ¿Cuántas  veces la había leído? Muchas, pero ahora, produjo más fe, más intimidad. Y claro que me pregunté: ¿Por qué sólo el Padre de ellos tres y no continúa diciendo de cada uno de los héroes de la Biblia?

 

Dios formó de estos tres hombres una gran nación: El pueblo de Israel. Cada uno con tareas y experiencias específicas pero con un sólo propósito: Formar un pueblo que estuviera sometido a Su nombre. ¿Por qué el Dios de Abraham?

 

Abraham conoció a Dios como Padre, como su proveedor, como su guía, le entregó todo a Él sin reservas.

 

¿Te acuerdas que El Señor le pidió que sacrificara al hijo de la promesa, a Isaac, ese hijo tan deseado, de donde nacería toda una nación que sería como la arena, que no se podría contar?

—Toma a tu hijo, tu único hijo —Sí, a Isaac, a quien tanto amas— y vete a la tierra de Moriah. Allí lo sacrificarás como ofrenda quemada sobre uno de los montes, uno que yo te mostraré (Génesis 22:2 NTV).

 

Y así lo hizo él. Quizá pudo haber pensado en el camino: “El hijo de mi vejez, el hijo tan deseado y ahora me lo pide”. Pero después con esa fe que lo caracterizó, su obediencia y amor al Señor. Medita en estas porciones:

—¿Padre?

—Sí, hijo mío —contestó Abraham.

—Tenemos el fuego y la leña —dijo el muchacho—, ¿pero dónde está el cordero para la ofrenda quemada? —Dios proveerá un cordero para la ofrenda quemada, hijo mío 

—contestó Abraham.

Así que ambos siguieron caminando juntos (Génesis 22:2, 7, 8 NTV)

 

Y mira lo que sucedió cuando Abraham obedeció a Dios: ¡No pongas tu mano sobre el muchacho! —dijo el ángel—. No le hagas ningún daño, porque ahora sé que de verdad temes a Dios. No me has negado ni siquiera a tu hijo, tu único hijo (Génesis 22:2, 7, 8, 12 NTV). 

 

Por esta obediencia, fe y temor al Señor podemos hoy leer: “El Dios de Abraham”

 

¿El Dios de Isaac? EL SEÑOR se le apareció a Isaac y le dijo: «No desciendas a Egipto, sino haz lo que yo te digo. Vive aquí como extranjero en esta tierra, y yo estaré contigo y te bendeciré. Yo, con estas palabras, confirmo que te daré todas estas tierras a ti y a tu descendencia, tal como le prometí solemnemente a Abraham, tu padre.  Haré que tus descendientes sean tan numerosos como las estrellas de los cielos, y les daré todas estas tierras. Y mediante tu descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Yo haré esto porque Abraham me escuchó y obedeció todos mis requisitos, mandatos, decretos e instrucciones» (Génesis 26:2-5 NTV).

 

La vida de Isaac se puede resumir en una frase: ¡Disfrutó la herencia del padre. Todo lo que él tenía provenía del padre. Él supo valorar y aprovechar todo lo que su padre le había heredado! Y sólo porque fue el hijo de la promesa, ahora se pude decir: “El Dios de Isaac”.

 

¿Y Jacob? Luego Jacob hizo el siguiente voto: «Si Dios en verdad está conmigo y me protege en este viaje, y si él me provee de comida y de ropa,  y si yo regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el SEÑOR ciertamente será mi Dios.  Y esta piedra que levanté como columna conmemorativa será un lugar de adoración a Dios, y yo le daré a Dios una décima parte de todo lo que él me dé» (Génesis 28:20-22 NTV).

 

Jacob sabe que Dios es poderoso, y que le ha protegido, que lo ha sustentado y librado de su abusivo tío Labán. E hizo un pacto con Dios, le ofrece el diezmo de todo lo que iba a recibir de Su mano.

 

Y sabemos que Jacob fue prosperado sobremanera. Él reconoció que todo lo que tenía venía de Dios y al hacerlo fue muy bendecido. Por lo cual ahora se puede leer: “El Dios de Jacob”.

 

Te aseguro que ahí no va a quedar la frase de Éxodo 3:6 ¿Te pregunto qué te está pidiendo Dios, de qué manera quiere bendecirte, que paso quiere que des, qué pacto harás y llevarás a cabo?

 

Así como fue el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Él quiere ser también tu Dios.

 

Abraham entregó a su hijo, Isaac valoró lo que recibió del padre, Jacob ofreció el diezmo de lo que recibía. ¿Y tú, qué harás?

 

Entrega lo que te pide, disfruta lo que proviene del Padre y ofrece tus ganancias a Él, y de ahora en adelante después de decir el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob… pondrás tu nombre creyendo que el Dios de ellos es también tu Dios. ¡ALELUYA!

 

¡EL DIOS DE ABRAHAM, DE ISAAC, DE JACOB…!

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