Dios de mil generaciones

Por Staff

«Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.» (S. Mateo 22:32 RVR1960)

«Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;» (Deuteronomio 7:9 RVR1960)

A Dios no lo podemos encerrar en una época; no debemos dejar su conocimiento o ignorarlo.

Y te pregunto ¿Dios es Dios de tus generaciones? ¿O se dice como aparece en la Biblia: “y hubo generación que no conoció a Dios”?

¿Qué fue lo que  suscitó esto?  El querer vivir independientes de Dios. Ser su propio Dios. Dejar a un lado a Dios, con un sólo pensamiento: “NO LO NECESITO”. MI DIOS SOY YO.

Cuando nosotros vivimos fielmente ante el Señor y un padre o una madre, o un abuelo, bendice a sus descendientes con su bendición y su cobertura espiritual, la bendición, nos promete la Palabra de Dios, pasa hasta la tercera, la cuarta generación. Dios bendice hasta mil generaciones.

Lo que tú hagas por el Reino de Dios va a seguir bendiciendo a tus generaciones.

«Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;» (Deuteronomio 7:9 RVR1960)

Por eso era tan importante orar por el primogénito, pues la bendición seguía por generaciones y generaciones.  El deseo en el corazón de Dios es bendecir a Sus hijos de generación en generación; que sean conocidos Sus hechos, para que confíen en Él, anunciar Sus obras. Y que la siguiente generación no ignore que hay un Dios que desea bendecirles hasta mil generaciones.

«Generación a generación celebrará tus obras, Y anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, Y en tus hechos maravillosos meditaré. Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres, Y yo publicaré tu grandeza. Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, Y cantarán tu justicia.» (Salmos 145:4-7 RVR1960)

Esforcémonos en heredar la Palabra de Dios a nuestros hijos, nietos, sobrinos… y que nuestro Dios sea el Dios de cada uno de nuestros hijos. Y hasta mil generaciones.

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