«Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.» (Romanos 8:28 RVR1960)
“A los que aman a Dios…” Interesante declaración ¿Verdad?
Y podrías decir: ¿Cómo es que la muerte de mi hija me ayuda para bien? ¿Cómo es que la enfermedad de mi madre me ayuda para bien? ¿Cómo es que el accidente de coche me ayuda para bien? ¿Cómo es que el haber nacido sin brazos, sin manos… me ayuda para bien?
Pues hemos oído testimonios de que si no hubiera sido por tal o cual situación no hubieran conocido a Dios, y no hubieran encontrado Su paz y Su perdón. ¡Y así es!
Las crisis en nuestra vida nos desafían a seguir adelante o nos hunden en lo más profundo. Pero aquí hay algo importante: “Tú decides”.
Y siempre va a haber desafíos que, si los enfrentamos correctamente, nos ayudarán para avanzar. Por ejemplo:
Moises y la zarza
Aquí Moisés recibe el llamado y desafío para libertar al pueblo de Israel:
«Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.» (Éxodo 3:2, 4, 6, 10 RVR1960)
Imagínate esta escena ¿Qué hubieras hecho tú en esta situación?
Moisés se enfrentó a lo que Dios estaba hablando, aunque era una obra titánica ¿no es cierto? Estar cara a cara nada menos que con el faraón, hombre terrible.
Tú conoces la historia, Moisés con el poder del Señor abre el mar y el pueblo es liberado.
«Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.» (Éxodo 14:30-31 RVR1960)
Al enfrentarse Moisés, pese al temor a la zarza ardiente, ayudó para bien al pueblo de Israel, en su liberación.
Gloria a Dios por Moisés, que aunque tuvo temor, obedeció, y el Señor lo usó para liberarlos de la opresión del faraón.
El llamado de Saulo, o sea, Pablo
Un hecho que, verdaderamente, a cualquiera hubiera matado de miedo:
«Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.» (Hechos 22:6-11 RVR1960)
Aquí, Saulo, cegado por la luz resplandeciente y la presencia del Señor, fue llevado a la persona que usaría Dios para decirle su plan. Gloria al Señor que él obedeció al llamado, aún en esas circunstancias, pues hasta el día de hoy, sus cartas son una bendición para el pueblo cristiano ¿Cierto?
“Todas las cosas nos ayudan para bien”
Y así podríamos narrar toda la Biblia; y pregunto: ¿Esta situación que estamos viviendo mundialmente, sería enviada para sacar lo mejor de nosotros y movilizarnos para hablar Su Palabra?
Todo es todo. Y todo obra para bien… a los que conforme a Su propósito son llamados.
Seamos sensibles a la voz del Señor, y hagamos que todo lo que pase a nuestro alrededor, Él lo torne a nuestro favor.
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