¿Hasta cuándo? 3era Parte

Por Staff

«Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.» (Deuteronomio 6:4-9 RVR1960)

 

No podemos, ni debemos dejar pasar más tiempo, necesitamos tomar acción en nuestra familia y salvarla.

No es YouTube, ni Google, ni ínstagram, ni redes sociales que deban regir la vida de nuestros hijos, por eso dice la Palabra:

“Y las repetirás a tus hijos…” ¿Qué platican en la mesa? Bueno… ¿Platican en la mesa?

No es que estés repitiendo los VERSÍCULOS en la mesa, no. Sino que tu vida esté envuelta en la Palabra. Interesándote en los asuntos de tus hijos, en sus actividades, amigos. Que nuestras pláticas sean edificantes para guiar sus vidas conforme a Su Palabra. ¿O terminas levantándote de la mesa enojado y gritando?

 

Ellos necesitan saber que nos importan, de lo contrario buscarán en las redes hablar con desconocidos que les harán daño, y hablando de cualquier cosa sin valor.

Un conferenciante mencionó esto a un grupo de maestros: “Antes Ustedes eran maestros, ahora son terapeutas a causa de padres ausentes”.

¡Ya no hay guianza de los padres, hay padres ausentes estando presentes! A causa de los celulares.

Y continúa la Palabra diciendo “…y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.” (Deuteronomio 6:7 RVR1960)

Esto nos habla de testimonio.

 

Ellos necesitan ver que sus padres son verdaderos, que hablan la verdad, no que andan por los caminos mintiendo. Necesitan ver a Cristo y que lo que hablamos lo vivimos. De otra manera, tendrán argumentos para hacer su voluntad, y así los perderemos. ¿Hablas la verdad en tu casa y fuera de tu casa? ¿Eres el mismo fuera y dentro? Necesitamos salvar la familia.

 

No podemos posponer la enseñanza de la Palabra más tiempo, es imperante que decidamos hacerlo para revertir el daño ocasionado. Sólo los padres lo pueden hacer; que ustedes sean los héroes de sus vidas.

 

Necesitamos reforzar la Palabra en sus vidas, la cual los salvará del fuego eterno. No vestiremos los atavíos de los judíos poniéndonos una señal en nuestra mano, o lo que se ponían en la frente para recordar la Palabra. Ni colgar todos los cuadros que queramos, y que nuestro carro tenga el pescadito, no está mal, pero lo más importante es vivirlo.

 

Sólo desea nuestro corazón y nuestra vida escondida en Él para nuestras generaciones, para que sean salvas y vivir una vida plena y en libertad.

Familias sanas, familias unidas, familias que proclamen la verdad, familias que vivan sin rencor, y que los demás puedan ver la Palabra escrita en los postes de su casa y sus puertas por el testimonio de la verdad.

 

Y que podamos escuchar: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.” ¡Y el Dios de mis generaciones!

 

 

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